24 de noviembre
Indicios que interpreto para que la desesperación se urda más funesta: la lluvia que se estrella en la avenida con escándalo; el Nordeste que bufa como un aparecido; las ventanas de la Casa cerradas por si el fuego; el Apagador de luces de Alfaro que se esconde de mí; los niños que no distingo desde el lunes jugar en esta acera triste; mis ojos que curiosean con asiduidad algunos cuerpos que hace siglos que faltan en mi corazón; la helada mirada de Laura cuando me transfiere las cuentas imposibles de su amor mojado; mi rostro ante el brasero lo mismo que una sombra; la desafección de los nietos que ni me llaman ni me envían cartas con dibujos; los labios cuarteados de O. si me quisiera; aquel tren que vuelve a mis peores pesadillas con el alférez provisional en calzoncillos; el mudo tiempo asignado a los relojes que adquirieron ellas para que e tiempo se acalore; las partículas de daño clavadas en mis músculos temporales ahora mismo; la noche que salta a mi encuentro embozada y miserable, la noche que se asombra al descubrirme ocupado en investigar pasiones o torturas y que no son artículo de fe sus muslos de ciruela. Se resume todo en una palabra que nadie ha trazado aún.
Buscar la fuente inagotable del dolor como si habláramos de un acto de recreo...
Un buen amigo ha creado una página en facebook dedicada a este libro.
enlace: http://www.facebook.com/pages/Elogio-del-proxeneta/117298244997448
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Arriba los pulgares.
ResponderEliminarallí estamos alfaro
ResponderEliminarPues sí, allí estamos.
ResponderEliminarUn abrazo, Alfaro.
Gracias, abrazos.
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