26.10.10

Renate Neumann y Leo del Mar

     Ir, oír, oler, gustar. Aprender a estar erguido, aprender lo ajeno. Desarrollar antenas, aprender a hablar. ¿Qué sabe el niño ya? ¿Qué quiere entender? ¿En qué país vivimos? Déjame oír tu lengua materna, ¿cómo suena, cómo resuena ella en tus tonos interiores? ¿En qué lengua sueñas, entiendes dormido el agitar de hojas, zumbar de insectos, escarbar de pies? Lenguaje mundial. En ese nos entendemos, nos oímos, podríamos decirnos amor, mas ahora me es extraña tu lengua.
     No puedo oír lo que dices. ¿Qué es tu idioma? Sí, eso es otra cosa, idioma de coches, dar señales, normas de circulación, comunicación internacional, con carnet de conducir internacional vas a todos lados. ¿Pero qué es tu lengua materna? Lo será ya el balbuceo del niño, cuando profiere sus primeros sones, arenoso, térreo, arrullado en la lengua de las flores. Estas crepitan, si me vienes de esta manera, hablemos a través de las flores. «Ahí tiene que ser dicha una palabra clara». Exacto, ese es el tono de la lengua alemana, que es tan penetrante que nadie se le puede sustraer, pero también una lengua con idealismo. Taparse los oídos no serviría de nada. Sonante en una bella voz, rectilínea, imperativa, insultante, obedecida en cuarteles. Pero no tiene también el timbre de la literatura, cómo rima, cómo encantadoramente entona, cálidas suenan sus melodías, nuestros oídos están agujereados por la lengua materna, podría ser un canto.

Del libro Du weckst die Nacht (Prosaminiaturen, Ahasvera Verlag, Neuss, 1994).

No he podido resisitir la tentación de traer desde la revista El coloquio de los perros este texto traducido por Leo del Mar
http://www.elcoloquiodelosperros.net/
http://www.elcoloquiodelosperros.net/numero27/esp27re.html
http://espiradoreclectico.blogspot.com/2010/10/el-coloquio-de-los-perros-27.html

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