22.1.09

Los tesoros del Torreón


Cuento inédito de PEPE PEREZA

No recuerdo cómo nos llegó el bulo de que en El Torreón había enterrados tesoros de la antigüedad. De inmediato, José, Jesús y yo nos pusimos a hacer planes para desenterrarlos. La imaginación de los niños ya se sabe que es desmedida y nosotros ya nos veíamos desenterrando espadas milenarias y cofres llenos de joyas y oro. He de decir que El Torreón en realidad no es más que el ábside de una iglesia de estilo ojival medio caída. Fue una edificación de granito y mortero de cal, con gruesas paredes reforzadas con contrafuertes y un arco de media punta. Aunque no tiene ningún valor histórico, las ruinas forman parte de la identidad del pueblo, tanta que hasta figura en su escudo... Llegamos al Torreón y entramos. Olía a excrementos y basura. Estaba claro que alguien lo estaba utilizando de basurero y más de uno se había aliviado de un apretón de tripas ocultándose entre los muros. Como no teníamos herramientas para llevar a cabo nuestro propósito, nos hicimos con unos palos y ayudándonos con ellos despejamos y limpiamos una pequeña zona junto al muro. Ya que teníamos que excavar con nuestras propias manos preferíamos no encontrarnos con un zurullo medio seco o alguna otra sorpresa desagradable. Limpiar aquella zona nos llevó más de dos horas. Estábamos cansados y sucios. Decidimos seguir con la tarea al día siguiente. De regreso nos pusimos a soñar.
- Cuando encontremos el tesoro me voy a comprar una bicicleta que tenga de todo -dijo José.
- Yo también quiero una. De color rojo brillante -añadió Jesús.
Hasta ese momento no me había planteado qué hacer con mi parte del tesoro. Las propuestas de mis amigos no estaban mal, y me animaron a darle a la imaginación. ¿Qué era lo que yo más deseaba?
- Prefiero un caballo. Uno de verdad -declaré rotundamente.
Al día siguiente, regresamos y nos pusimos manos a la obra. Aunque habíamos limpiado el terreno, en cuanto excavábamos un poco dábamos con más basura enterrada tiempo atrás. Apenas habíamos cavado medio metro cuando decidimos dejarlo por ese día. Cavar era un trabajo duro y más por utilizar solo las manos y unos míseros palos.
- ¿Os imagináis cuando tengamos nuestros caballos?
El día anterior, yo había convencido a mis amigos de que un caballo era mil veces mejor que una bicicleta.
- Yo pienso ir montado en él a la escuela -dijo Jesús.
- ¿Tú crees que nos dejarán? -preguntó José con cara de preocupación.
- Claro que sí. Los dejamos atados a la puerta como hacen en las películas del oeste. ¿Qué hay de malo en eso? -dije para tranquilizarlo.
- Y si nos dicen algo compramos el colegio y a ver quién se atreve a impedírnoslo -añadió desafiante Jesús.
- Eso sería estupendo -dije apoyando la idea de mi amigo.
- Nosotros los dueños del colegio, ¿os lo podéis imaginar?

Continuará

11 comentarios:

  1. Anda, un cuento. Y de un tocayo.

    Al parecer, tocas todos los palos, y en todos tejes y bordas denominadores que atrapan...

    Aguardo la segunda parte.

    Un beso.

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  2. a esperar impaciente

    la suite....

    muchos besos

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  3. ¿Cómo seguirá la aventura? Espero que dejen de encontrar basura los pobres y por fin den con algo interesante.
    Mientras a seguir soñando con caballos. Me ha gustado que los niños en lugar de decidir dejar de ir al colegio (serían ricos, qué más daría...), hayan decidido que es mejor comprarlo para que no les prohiban sus sueños.
    Me gusta el cuento de Pepe Pereza.
    Besos Alfaro.

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  4. Se vive muy bien en esta ciudad, aunque no tenga nombre.
    Un besazo a todos-as.

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  5. Las excavaciones siempre son un misterio, sean del tipo que sean. Bajo tierra o bajo la piel existe un universo de sorpresas que, mientras tanto, qué bien soñadas están.

    Un dulce beso.

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  6. La imaginación es inmensa... y la ansiedad de estos niños y la mia creo que van d ela mano... que habrá???
    Esperemos la segunda parte...
    Mientras llega yo tambien pensaré que me compraría si encontrara un tesoro...
    Besotes llenos de luz cielin!!

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  7. ¡Torreones... Tesoros... Misterios...!

    Que maravilla...

    Uno que ha recorrido castillos arruinados, en los que incluso se decia que vivian fantasmas...

    Ja,ja,ja

    En cierta ocasion, visitamos un yacimiento que estaban excavando, y habia varias tumbas a flor de piel, y en un descuido una de mis hijas, que era muy pequeña, no dudo en meterse en el "hoyo" y echar mano a varios huesos que encontro...

    Ja,ja,ja

    Era una necropolis mozarabe de los tiempos del emirato de al-Andalus... A mi mujer por poco le da algo.

    Y el arqueologo, a carcajadas, diciendo: No preocuparos, si los huesos llevan mas de mil años y estan desinfectados...

    Rigurosamente cierto todo eso.

    Ja,ja,ja

    (Le dicen ahora a mi hija que se meta en una tumba y saque unos huesos y es capaz de morder a alguien...)

    Un abrazo, amiga

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  8. La ceguera del que se excita con el dolor de ficción como dice Rabanal (impresionantes los fragmentos), o que simplemente deambulan por ella, dejándose llevar por las patrañas que desde todas partes vociferan los popes del mundo cargan sobre su espalda lo que sucede en el mundo, aunque no lo saben, no les interesa.

    A ellos no les nacen las palabras, no balbucean, sólo viven de la farsa. No saben nada de tus sabias palabras, ningún jardín sobrevive de la nieve, y ellos siguen caminando sin agradecer los tesoros infantiles, seguramente porque no tuvieron necesidad de ir más allá de la realidad manifiesta, no encontraron en sus ojos más que una mirada y no saben del placer de ir a caballo a la escuela.

    El cuento de Pepe Pereza es genial. Cuánto daríamos por comprar los colegios, y algunos tirarlos a la basura, jajaja.

    Un besote

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  9. Gracias a todo@s, en especial al autor del cuento...,
    porque esta ciudad ahora tiene un Torreón...
    tesoros tiene muchos: todas vuestras voces,

    Antiqva, es divertido lo que nos dejas aquí, deberías escribirlo más extensamente.

    Ichiara,
    has cogido el caballo, un "güisqui" en la cantina, y has seguido de largo...
    y detrás de ti el viento,
    pero antes has unido en un comentario la Cámara de Niebla, Los tesoros del Torreón, los balbuceos y alguna voz en algún jardín d invierno...
    gracias, me gusta esta unión de las tres voces en la tuya.

    Besos para todos.

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  10. ¡Qué bueno que continuaste la historia! Tengo una parecida, (niños, un mapa, un tesoro...) Un día de estos la cuelgo :-)

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  11. El cuento no es mío, es de un amigo que se llama Pepe y firma Pepe Pereza.

    Podéis leer cuentos suyos en el blog de Luis Miguel Rabanal (Más palabras...), en crónicas para decorar un vacío de Alfonso Xen Rabanal, en Hankover...

    Esta semana ya leeréis el final, la 3ª parte que falta.

    Besos.

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