Hoy todo está detenido. Al venir para casa un sol ya débil me ha cerrado los ojos y no he podido mirar de frente. Conmigo de la mano viene un niño, que es todo preguntas, este camino dónde acaba, y ese dónde acaba, y ese dónde acaba, hasta que al fin le digo: los caminos no se acaban nunca porque tú vas por ellos. Y se ha callado, de momento no más preguntas.
Ahora, la casa en silencio. Unos duermen la siesta y otros se han ido a la playa y otros están a punto de llegar. Cuando lleguen desapareceré en ellos si puedo o me mantendré a distancia, una distancia prudencial, no transgresora socialmente, de tú a tú pero con aire de por medio. Necesito que nadie ajeno a mí traspase mi espacio vital, no es una manía, es una necesidad.
Hubiera preferido ser caracol o tortuga para protegerme hasta de la luz pero no, ser lo que soy es suficiente.
Ahora, la casa en silencio. Unos duermen la siesta y otros se han ido a la playa y otros están a punto de llegar. Cuando lleguen desapareceré en ellos si puedo o me mantendré a distancia, una distancia prudencial, no transgresora socialmente, de tú a tú pero con aire de por medio. Necesito que nadie ajeno a mí traspase mi espacio vital, no es una manía, es una necesidad.
Hubiera preferido ser caracol o tortuga para protegerme hasta de la luz pero no, ser lo que soy es suficiente.
Es realmente una necesidad, sí. Por suerte aquí, en esta ciudad, nos acercamos de tú a tú, pero con distancia y aire de por medio, a ese espacio que nos brindas.
ResponderEliminarMe encanta esa imagen que dejas sobre el niño, callado, reflexionando con tu respuesta.
Ayer le decía a mi hermana que a mi sobrino hay que darle las respuestas lógicas, toda la verdad que se le pueda decir a un niño de cuatro años... porque aunque pequeño, no acepta mentiras, no las consiente, y las capta.
Un abrazo, Alfaro.
fusa,
ResponderEliminarhay personas que traspasan tu espacio vital y no importa,
pero...hay de tod...
un beso
Es verdad... con algunas personas ni siquiera sientes que lo estén invadiendo.
ResponderEliminarComo a Fusa, me ha encantado ese niño que ahora piensa, reflexiona, y que cuando comprenda, seguramente, volverá a hacerse preguntas. ¡Bendita curiosidad! Mi curiosidad me hizo llegar a este rincón de esta ciudad sin nombre, pero llena de palabras, a cierta distancia virtual, respetuosa, y no voy a negarlo, cada vez me gusta más y más.
ResponderEliminarDulces besitos, Alfaro.
Alfaro:
ResponderEliminarSiempre, a lo largo de la vida, te tropiezas con ciertas personas que no saben respetar el silencio o el ensimismamiento del otro, pero en realidad lo que pasa es que tienen miedo de quedarse a solas consigo mismas.
Pero, ¿por qué tanto análisis y comprensión? ¡Que son un peñazo, vamos!
Un beso, querida.
(*
ResponderEliminaryo, luna, encantada de que irrumpas en mi espacio vital, y gracias una vez más por lo que me dices.
Besos.
Bel,
un incordio, bel, un incordio...pero se sobrelleva.
Besos.
Amiga, para decirte, antes de que llegue la gente de la playa, que a pesar de que todo era un invento, lo cierto es que a Maria tampoco le gusto el final de aquel cuento.
ResponderEliminarUn abrazo, amiga
antiqva...,ah, menos mal que no te ha parecido mal.
ResponderEliminarun abrazo.
Aborrezco esa necesidad social del acercamiento, la excesiva confianza, la familiaridad con que a veces te tratan los desconocidos. Digo desconocidos, porque incluso miembros de nuestras propias familias nos son extraños, ajenos, lejanos. El verano es una estación propicia para esa "incomodidad".
ResponderEliminarUn beso (el niño me recuerda a mi hija de pequeña, una curiosidad...)
ichiara,
ResponderEliminarsí, un "desconocidos" doblemente entrecomillado,
el niño es un sobrino que está en esa edad de preguntar y preguntar y preguntar...,
besos.
Sí, es bonito compartir, pero a veces tod@s necesitamos un espacio donde arrebujarnos. No hemos de olvidar que nacemos y morimos solos.
ResponderEliminarMalvada bruja del Norte,
ResponderEliminargracias por tu comentario, te voy a llamar la beruja del maratón, porque vas de entrada en entrada a toda pastilla...
y siempre me gustan las palabras que me dejas...
un abrazo.
quise escribir bruja
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAy Alfaro que he pensado que era yo ese niño. Inuit toda la vida como el niño, hasta que se hizo mayor y dejó de preguntar porque la llamaban "chafardera" y hasta hace poco no supe que lo mío era que tenía una mente investigadora.
ResponderEliminarNo lo descubrí yo, fue un ángel que me quiso, que me lo dijo.
Quita ,quita, caracol y todo el día babeando y viene uno y te come.
Tortuga y más de 300 años con la carga.Quita ,quita ,sigue siendo tú, que ya nos vas bien.
Auroras
inuit,
ResponderEliminarpues ya ves...lo que tarda aveces una en valorarse...espero que no hayas dejado marchar a ese ángel...
tienes razón, no había pensado en las babas del caracol ni en llevar 300 años la carga de la casa a cuestas...
besos.