Te deseo que seas muy feliz aunque suene a tópico, te deseo tardes de sol plenas frente a olas tranquilas. Palabras que no me llevo. Ella se perdió en los andenes, en todas las terminales donde tú esperabas y sólo llegaron nubes de agua. No me esperes o espérame siempre, necesito oír la flecha cruzando el aire, una flecha cargada de palabras. Estás en un silencio lejano, en un mar sin fechas. Las ventanillas de los trenes son frías, nos devuelven nuestro propio rostro y siluetas que esperan. La última vez que la vi me lo dijo, cuando hables con él dile que atravieso la noche con los bolsillos cargados de piedras y que todas llevan su nombre.
¿Y en qué mundo te lo digo?
¿Y en qué mundo te lo digo?
No pesan las piedras, pesa el mismo nomnre.
ResponderEliminarUn abrazo
No sé qué o quién me está metiendo zancadillas.
ResponderEliminarO todos vivimos lo mismo.
Los bolsillos cargados de piedras,
mar sin fechas.
Eso soy yo ahora mismo.
Sn ficción.
Yo.
Bello texto, Alfaro...
Orange no puede contigo...afortunadamente...
Eres guerrera!!!!
Un abrazo inmenso!!!
Caminar con piedras en los bolsillos en mitad de la noche es un gran castigo. No sé qué culpa puede estar tratando de expiar, pero ya va siendo hora de deshacerse de la carga y vivir. Bastante peso traen consigo los días...
ResponderEliminarBesos, Alfaro
olvido,
ResponderEliminar¿existen los objetos sólo por nombrarlos? ay, estas metáforas que a veces se escapan.
besos.
lena,
¿sin ficción tú? como que no me lo creo, sobre todo después de leer algunas de tus entradas, y además te imagino muy alegre y saltarina, justo lo que se necesita para saltar por encima del pie que te po.e las zancadillas...
Mi vida naranja...ahora me dicen que mi router no reconoce la contraseña..., menos mal que me han cogido de buen humor y con una gran paciencia.
Besos.
brujaroja,
el peso, las piedras forman parte de la existenica y aunque es más cómodo ir ligero a veces arrastramos inevitablemente grandes cargas...
y repito la enhorabuena por el premio de Sofía.
Besos.
Maldita sea. Había escrito un comentario y no ha salido y ya no sé si podré rehacerlo diciendo lo mismo.
ResponderEliminarDecía que este texto es precioso, Alfaro. Y que me parece que es el que más me gusta de todos los que te he leído. Que quizá esas piedras pesen más en este mundo. Y que el final es perfecto. Que enhorabuena.
Un abrazo.
PD: Yo también me imagino a Lena saltarina. Y me hace mucha gracia cuando la veo saltar por nustros blogs encontrando miguitas de algún camino suyo...
fusa,
ResponderEliminarestaba leyéndote justo ahora, ese original juego des escondite inglés, como un juego de ruleta por la propia vida, me ha parecido muy original.
bess
Sería interesante poder hablar con las personas que desde su más tierna infancia recogían piedras y jugaban con ellas.Mi maestra zen temía esa necesidad,llenarse sus bolsillos de piedras, y su madre le decía que se los cosería, porque las caidas de la bicicleta y al correr, eran debido al peso de sus bolsillos desequilibrados.
ResponderEliminarPero no me he atrevido a preguntarle el porqué de su necesidad.También, en la edad adulta, colecciona piedras.
¿Podría ser porque es el estado físico más perdurable? Cuanto cuento tiene Inuit.
Auroras livianas de piedras.
inuit!
ResponderEliminarya has regresado, qué bien!
no es lo mismo una ciudad con auroras que sin ellas.
No sé por qué se recogerán piedras o cualquier otra cosa..., hay piedras muy bonitas.
besos.
Los judíos no llevan flores a las tumbas, sino piedras como símbolo de eternidad, de no olvidarse de los que ya no están. Así interpreto yo esta historia. Un final triste, pero en el que personaje se queda con lo bueno de lo que vivió. Siempre debería ser así.
ResponderEliminarmalvada bruja del norte,
ResponderEliminardesconocía ese rito, que me parece bastante hermoso, porque la belleza de algunas piedras a veces supera a la de las flores,me encanta tu interpretación.
Mis piedras, en cierto modo, son símbolos de la muerte.
Gracias por el comentario, me ha gustado mucho porque al releer mi texto vi que encajaba a la perfección...será cosa del subconsciente colectivo.
Un beso.