13.2.13

TORMENTOS / LUIS MIGUEL RABANAL


1
-Que sí, hombre, que eres un celúrnigo.
Todo por la excursión didáctica que hizo con su curso a la Campa Torres en los días de atrás, que si la muralla astur, que si la muralla romana, cuál sería más frágil. Pues bien, ayer vino corriendo, después de su ducha, con los brazos levantados a enseñarme una leve mata de vello que había aparecido recientemente en sus axilas y no aquellos dos pelitos pasmarotes que lucía hasta entonces. Cada día es más grande y a zancadas, las de sus largas piernas, se va alejando más de nosotros. Resignación.
Malnacida, malévola, mujerzuela, desdichada, posadera, son algunos de los piropos esotéricos que le lanza a su madre, bien es cierto que sin conocer el exacto significado de la terminología. Más vale.


2
-Papá, no seas lírico.


3
El tiempo discurre más deprisa estas tardes que de costumbre, con sus alas desplegadas y su boca aspaventosa y sedienta. Lola Cadenas, ya difunta, tenía acuñada la siguiente verdad: el tiempo pasa que se jode. Algo así ocurrirá. Creía que al escribirlo, el dolor y el pesar de aquella desventura, el dolor y la soledad de la posterior comunión con el presente y su tétrica realidad, algo habría que lo salvaría irremediablemente. No sabe muy bien de qué…
Hasta el día de hoy nada, ni nadie, lo ha salvado de nada. Lo que sí ha percibido con cierta nitidez es una especie de desgana en el momento de triturar con la cansada voz y la escritura pésima los recuerdos y los personajes de aquellos días. Han transcurrido los meses como se cura una lepra serenísima.
Sus amenazas tan socorridas por ellos los primeros días, a la hora de interrumpir, cercenar, descoyuntar y separar sin ningún género de dudas el matrimonio sobre todo, él piensa con algo de sorna que tiempo de sobra han tenido para cumplirlas. Recuerda las fotos y cómo Mariona eligió llegar al box aquella precisa mañana por la entrada que no tenían cubierta con su peculiar parafernalia, Joan tirando con arco, el grupo fotografiado al completo en la casa rural, y cuando él le rogó que mirara en la dirección donde se hallaba el retablo de las maravillas comprometedoras ella dijo no tener ganas, o que no había nada que mirar, o alguna de sus felices ocurrencias, ya no sabe bien.

Copiado de Más palabras para olvidar:
http://luismiguelrabanal.wordpress.com/2013/02/13/los-tormentos/

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