21.3.12

Relatos del humo (y hachís) / Pepe Pereza

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Cada vez hace más frío. Gotas de rocío se condensan en las carcasas de las farolas, lágrimas de oro que caen a mis pies. Oigo un batir de alas y levanto la cabeza para ver la majestuosa silueta de un búho buceando bajo las estrellas. Toda esa belleza esconde una mortal estrategia de caza. El depredador exhibiendo maestría, a la espera de que la presa quede subyugada por su embrujo. Finalmente me enciendo el cigarro y dejo que el humo y la nicotina se mezclen con el vapor de mis pulmones. El viento golpea las copas de los chopos al llegar a lo alto de la colina. Quiero apretar los dientes con fuerza, hacerlos rechinar, pero me conformo con un escalofrío cobarde. Paso por debajo del puente de hierro y de inmediato recuerdo cuando era niño y cruzaba este mismo puente para acudir a las piscinas municipales. Amparado por la nostalgia del momento lanzo la colilla al suelo, con rabia, y la pisoteo como si fuera un gusano inmundo. Debes calmarte. Es mejor calmarte. 
…. 

Maldita noche. Me gustaría calentarme pero la idea de volver a casa me crispa, allí me espera un folio en blanco, desafiante, una página virtual en el ordenador. Si al menos pudiera escribir una frase que diese lugar a otras. Pero soy incapaz de plasmar una sola palabra. Mejor seguir caminando. Cruzo los brazos sobre el pecho y me froto las manos por los hombros. Estoy aterido, necesito que la sangre circule por mi cuerpo así que sigo andando. Eso es, adelante, fija un punto en la oscuridad y avanza hacia él. Un paso más, sigue así, un pie después del otro, tranquilo, no hay prisa. Tarde o temprano llegarán las ideas, solo tienes que ser paciente y estar atento, como el búho.

Fragmento del cuento  'Frío'
de “Relatos del humo (y hachís)”


 

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