23.12.10

Fragmentos / Pepe Pereza

Pepe Pereza es un gran cuentista. Siempre leo sus cuentos de un tirón esperando la sopresa del final por un lado y con pena de acabarlo por otro. En algunos de sus libros sus historias se van uniendo unas a otras de un modo sorprendente. A parte de cuentos, de vez en cuando, escribe unos fragmentos que rayan en el lirismo, y me encantan. Esta tarde, he ido a su blog y busqué en su etiquetas 'fragmentos', he elegido seis para dejar en esta ciudad en estos días tan grises, y navideños.

I
Me concentro única y exclusivamente en respirar. Solo eso, respirar. No es tan difícil si te concentras. Inspirar y expirar. Se trata de llenar y vaciar los pulmones de aire para que todo lo demás siga funcionando. Inspirar, expirar. Así una y otra vez, sin descanso.

II
En casa hace frío. Con un maullido inquisidor mi gato me sugiere que encienda la calefacción. Me quedo quieto en el sofá, mirándole fijamente. En frente, él me sostiene la mirada. Seguimos mirándonos durante un par de minutos. Poco a poco, el verde de sus ojos me va absorbiendo a otros mundos fuera de este… Cuando comprende que no voy a moverme (al menos hasta que acabe con el porro que me estoy fumando) emite una especie de gruñido y, de un salto, se encarama en el sofá. Alargo la mano para acariciarle el lomo pero me esquiva ofendido y va a acomodarse al otro extremo. Le miro y él pasa de mí. Se ha hecho un ovillo y tapándose los ojos con una pata trata de dormir. Llego a la conclusión de que mi gato es una puta, si no recibe algo como pago, no da muestras de cariño.
III
Mi gato murió hace poco. Después de dieciséis años juntos su ausencia es dolorosa y triste. He intentado escribir algunas líneas para honrarle, pero me he dado cuenta que cuando algo te toca de lleno, las palabras son insuficientes, al menos las mías.

IV
Hoy me siento tan pequeño, tanto, que esa partícula de polvo que viaja por el salón me parece inmensa cual planeta. Soy inferior a la mosca que acabo de aplastar contra el cristal. Mil veces más insignificante que el pelo púbico que ha quedado enganchado en el desagüe de la bañera. Hoy no me siento humano. Hoy soy un despojo que no se atreve a levantar la cabeza. Hoy me vas a permitir que me esconda en mi agujero, que me arrope con mi vergüenza y purgue culpas.

V
Una mañana de camino al trabajo, a la altura de la farmacia que está en la calle Gonzalo de Berceo, justo enfrente del parque, oí decir a una señora que iba acompañada de una niña pequeña:
- Mira, ahí va la paloma azul.
Para cuando quise mirar ya no vi nada, tan solo unas sombras fugaces que se alejaban en el cielo y se perdían entre los tejados.
- Sí, es azul – dijo la niña, convencida de que había visto algo maravilloso.
No le di importancia hasta que otra mañana al pasar por el mismo lugar vi a una pareja de abuelos sentados en un banco. Lo que me llamó la atención fue que ambos estaban mirando al cielo protegiéndose los ojos con sus manos a modo de viseras y diciendo:
- Jamás en mi vida he visto una paloma igual.
- Pá mí que alguien la ha pintado de azul.
Miré al cielo y el sol me golpeó en las corneas. No pude ver nada.
- Lo extraño, aparte de su color, es que siempre se la vea por la misma zona.
- Le gustará este sitio.
Seguí caminando a ciegas, tratando de enfocar y recuperar la visión. Me pregunté si la gente se estaba volviendo loca o realmente existía una paloma azul que revoloteaba por los alrededores. A partir de ese momento cada vez que pasaba por allí echaba un vistazo en busca de la paloma azul. Durante días escuché varios comentarios que confirmaban su existencia pero no pude verla. La otra tarde, al volver del trabajo, iba pensando en la misteriosa paloma. Me preguntaba si realmente era tan espectacular como decían. Al llegar a la farmacia de la calle Gonzalo de Berceo, como por arte de magia, la paloma bajo del cielo y fue a posarse a mis pies. Efectivamente era azul, de un azul cobalto maravilloso. Me quedé parado admirando la singularidad de la paloma. No podía creerme lo que estaba viendo. Nunca en mi vida pensé que existiesen palomas de ese color, pero si mis ojos no me engañaban debía de haberlas, al menos una, la que tenía delante.
Han pasado un par de semanas del encuentro y mantengo la duda de si efectivamente la paloma era azul o alguien se tomó la molestia de pintarla de ese color.

VI
No, no y no, esta noche no. No lo quiero hacer y no lo voy a hacer… He dicho que no y es que NO. No creo en Dios, en ningún Dios. Me asquean todas las religiones, por lo tanto es ridículo que lo haga. Convencido de mis palabras apago la luz y me acomodo para dormir… Una especie de sonsonete empieza a taladrarme la conciencia. ¿Y si por negarme a rezar le pasa algo a alguno de mis familiares, por ejemplo a mi madre? Hago uso de la lógica y me digo que eso no va a ocurrir. Trato de dormir… No puedo, la idea de que un accidente malogre a uno de los míos no se me va de la cabeza. Me rindo y refunfuñando suelto la oración:
“Gracias por el día de hoy. Gracias, sobre todo, por el bienestar de mis seres queridos y por el mío propio. Deseo de corazón que todos sigamos disfrutando con salud (sobre todo mi madre), felicidad, amor y un buen sueldo a final de mes. Deseo, también, que alcancemos metas y se cumplan nuestros sueños.”
El conjuro está echado, finalmente el sueño llega.

http://pepepereza.blogspot.com/search/label/fragmentos

(Pepe, gracias a ti, por todo esto. Este año espero leer algunos de tus cuentos en libro de papel, con ese olor tan especial de tinta de imprenta.).

5 comentarios:

  1. ¡Qué bien escribe!
    Me encanta cuando cuelgas estos textos.

    Un abrazo grande, que las fiestas te traigan dicha y corazones felices.
    Y que mantengas la inspiración con que me sorprendes.

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  2. Pasé por aquí a echar un ratito con tus cosas. Quiero aprovecharte, una feliz navidad. Te deseo lo mejor, para ti y para los tuyos.

    Un abrazo enorme.

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  3. mi querida alfaro, pasa unos hermosos días de navidad junto a tu familia y amigos, y sueña que los sueños siempre se cumplen

    un fuerte abrazo

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  4. maravilloso Pepe Pereza!
    iré a visitarlo...

    besos*

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