13.10.12

CUANDO LLEGA EL OTOÑO /ILDEFONSO ROBLEDO

foto deIldefonso Robledo


Cuando vive la realidad, la señorita C. mantiene una relación que se llama vida. Ante los ensueños, la relación es de ilusión. 

…/… 

La señorita C., desde que era adolescente, lleva un falso diario en el que registra las cosas no como han sido sino como ella las ha soñado. Cuando el negro Raulito lo supo, ella le dijo que así ha creado un mundo de fantasía en el que puede volver a vivir sus propios ensueños. Él nunca ha sido capaz de entenderla. 

…/… 


He venido a la ciudad para escribir un poema. Anoche supe que Raulito, ¡quien sabe desde cuando!, ha estado leyendo mi diario. Me dijo que ha sentido que ya no le amo. No entiende que yo no anoto las cosas como me suceden sino como las sueño. Cree que los sueños son realidades y que le engaño con otros hombres. Anoche, cuando me lo dijo, me hizo un número. No me ha gustado que lea mis sueños y he decidido alejarme de él, venir a la ciudad y volcarme en escribir algún poema. Y aquí estoy, sentada en la terraza del café Varadero, frente al puerto y el mar, escuchando como una chica polaca interpreta “El otoño” de Vivaldi. Tengo ante mi una hoja de papel en blanco, pero siento que van pasando los minutos y no consigo que el poema acuda a mi mente. Todavía no he escrito ni una sola estrofa. Maldita sea. En su lugar, de continuo viene a mi mente la visión de un trapecista que hace su número en el Circo Ruso. 

Creía que alejándome de Raulito todo podría volver a ser como antes. Que podría escribir de nuevo algún poema. Pero algo está pasando que me lo impide. Percibo con obstinación la imagen de ese vigoroso y desconocido trapecista, a pesar de que yo lo que quiero es escribir unos versos. Un poema de amor y de esperanza. Un poema de emociones que hable de mares y de sentimientos. Un poema como aquel que ahora estoy recordando: 

“Érase de un marinero 
que hizo un jardín junto al mar, 
y se metió a jardinero. 
Estaba el jardín en flor, 
y el jardinero se fue 
por esos mares de Dios.” 

Pero no consigo escribir nada. Siento que la hoja de papel que tengo en mis manos está actuando como un espejo en el que solo se reflejan mis propios temores. Y aquí sigo. Llena de desesperanza. Han pasado varias horas. He escrito estas palabras pero siento que el poema no viene. Además, mientras tanto, mi teléfono móvil está sonando de continuo. Supongo que Raulito, que no sabe de mi huida, está buscándome enloquecido. Alzo mis ojos. He sentido que la música ya no suena. Miro y veo que la chica polaca ha guardado su violín y está recogiendo los trastos. Termina de hacerlo y se aleja. 

Ya llevo tres horas en el Varadero. Creo que esto no tiene ningún sentido. No consigo escribir el poema. Voy a dejarme de historias. Me olvidaré de él, de los mares y de los amores. En su lugar volveré a casa, me maquillaré, me vestiré de rojo, me pondré tacones y me iré al Circo Ruso. Estoy segura de que el trapecista no se me podrá resistir.

Bueno, salvo que Raulito me lo impida. 



NOTAS
El poema del marinero, que cita la señorita C., es de Antonio Machado. 

La imagen de la supuesta “chica polaca” que interpreta “El otoño” de Vivaldi está tomada en la Puerta del Puente de la Judería cordobesa. No estoy muy seguro de que la otra chica, la que está de espaldas, sea la señorita C.

***

Copiado del blog Latidos de Antiqva:
http://imagenes-palabras.blogspot.com.es/2012/10/apertura-f14-tiempo-de-exposicion-1400.html

3 comentarios:

  1. Gracias, amiga, por publicar estas palabras de la señorita C.

    Ella y yo te lo agradecemos mucho.

    Un abrazo fuerte, amiga

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  2. nuestro gran amigo!...y las palabras de su señorita C...


    abrazos, gracias MJ*

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  3. Antiqva,
    gracias a vos por escribirlo y compartirlo.
    Un abrazo.


    Silvia zappia,
    es fantástica esa señorita C..., va in crescendo.
    Otro abrazo para ti.

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