Sin perdones
Los silencios que presagian lo gastado
del delicado corazón
y quizás los que has usurpado,
pero no puedes llegar
y querer aprender en este día no propicio,
en el no despertarás, ni ante el reclamo
lleno de fachadas ni ante las contradicciones entre
máscaras de miedo abstractas sin más verdugo que
uno mismo,
porque el amor deshabita con garra suave
y amordaza silencios.
En los pasos encontrados
Y en ese instante lo vio por primera vez,
al niño hombre anciano
caminando entre pasos entrelazados
por el sendero donde las cuestas
ni subían ni bajaban,
donde lo llano era piedra
y la piedra era lo llano,
tiempo después lo encontró de nuevo
en ese extraño camino,
donde el niño
quiso ser hombre,
el hombre, anciano
y el anciano,
quiso ser de nuevo
niño.
Felipe J. Piñeiro, “El ladrón de sentimientos”, Eolas Ediciones, Col. Eria, León 2014. Prólogo de Vicente Muñoz Álvarez.
Ciudad sin nombre
ResponderEliminarni tiempo
ni espacio
nada y su contrario
sin ser, eterno
donde los hombres no tienen edad...