Desde la última alambrada donde creí verte morir
Cuando me hablas de mí
nunca acaba la sucesión de sonidos tan largamente pensados
nunca los hombres saben excepto las tonalidades de su propio yo
sombra de su sombra
por eso destruyo abril en olor de cedro
o en campos de cerezos sin flor
y no respondo del poema
no busco solo en su sonoridad
el ritmo cadente o ascendente del verso
ni siquiera busco en la palabra
espina
alambrada
ortigas o precipicios
busco que la voz se encuentre en el borde de la última letra
afásica y distorsionada
antes de darla al aire
como si fuera el último bambú de un río imaginario
***
No quería regresar por aquí
mientras tú atravesabas ese barrio oscuro
e inhóspito donde todo es noche
y más noche
y dulcemente lo atravesabas
dulcemente
amor
de regreso
solo voz
por las calles oscuras
donde yo hacía guardia a corazón abierto
y contenía la respiración
en segundos
clave y sinónimos de alerta.
Me parece una maravilla lo que acabo de leer, así que, deseando de tener en mis manos este -en todos los sentidos- precioso libro.
ResponderEliminarEnhorabuena, amiga.
Un fuerte abrazo.
Gracias
EliminarGracias, MJ, por este aperitivo que tantas ganas abren de seguir leyendo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti. Un abrazo.
ResponderEliminarAl olvido y al ajeno, al devenir de las cosas entre que nos leímos y nos dejamos de leer.
ResponderEliminarEntro a la Ciudad Sin Nombre llamado por el recuerdo y encuentro nuevas tapas y mejores letras.
Enhorabuena por este y los porvenires!
Etienne ya solo entro para publicar alguna novedad editorial. Recuerdo tus blogs, pero creo recordarlos distintos a los de ahora. Me alegro mucho de leerte por aquí despúes de algunos años. GRacias. Un abrazo.
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