EL PERRO
Es un puñado de saltos.
Una sonrisa en el cuerpo.
Una brisa que se escapa.
El juego que no acaba.
La alegría en la voz de un ladrido.
El niño es todo a su lado
y no concibe el cambio.
En la ausencia
su recuerdo lo castiga.
No irás a la ciudad
pues dicen
que es cruel tenerte sin jardín.
Más cruel que no tenerte.
El niño le regala
un pedazo de su infancia
y el perro llora sin saber
qué es lo que pasa.
Navegante
Embarcarme en el ocaso
para gozar del renacer junto al timón.
Ser niño y jugar con los cabos y las velas.
Mirar la tempestad desde el ancla vencida.
Refugiarme en el camastro del relato.
Navegar hasta el adiós de los paíños
y allí derivar añorando la hoja del almendro.
Y así seguir
sin llegar nunca a la costa que soñamos.
Aquí me siento arropado. ¡Gracias, MJ!
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